viernes

Llave


Llave, originally uploaded by Santiago Casares.

Casa (detalle)


Casa(detalle), originally uploaded by Santiago Casares.

Casa


Casa, originally uploaded by Santiago Casares.

jueves

Work in progress - 9

Lo que sigue es una historia todavía en desarrollo. Cualquier comentario para ir mejorándola es agradecido. Para leer la parte anterior de la historia vayan aquí.

Cuando ella salió del baño, el detective y el hacker de recuerdos estaban discutiendo en voz baja, pero callaron a penas la vieron salir.

"¿Y ahora qué?" preguntó Andrea con un tono de resignación.

"Ahora, podríamos entregarte a quienes me contrataron" comenzó Márquez, "pero después de una pequeña plática, hemos decidido que nos acompañes."

Parecía que estaban hablando de ella como si fuera un producto perecedero, y eso le molestó, iba a comenzar a reclamar cuando José X la interrumpió.

"Queremos buscar ese Edén".

"¿Qué?" murmuró ella.

"No estamos seguros que exista, pero creemos en lo que vimos dentro de tus recuerdos" continuó el detective. "Creemos que vale la pena arriesgarnos."

"Y entonces, ¿que hacemos?" preguntó Andrea.

"Movernos de aquí, las cámaras del hotel nos han captado, y probablemente mandarán a alguien tras ustedes dos dado que el águila jamás aterrizó" dijo rápidamente el hacker.

"¿Cuál aguila?"

"Me refería a que Márquez no te entregó" dijo sonriendo José X, mientras terminaba de empacar su equipo.

"¿Listos?"

© 2005 Santiago Casares

miércoles

Work in progress - 8

Lo que sigue es una historia todavía en desarrollo. Cualquier comentario para ir mejorándola es agradecido. Para leer la parte anterior de la historia vayan aquí.

El puerto de la ciudad de Nueva Veracruz se encontraba casi vacío. A la mitad de la noche casi no había transito de pasajeros, por lo que a los policías aduanales les pareció raro ver a una silueta acercándose a su posición.

"Revisa a ver que embarcación llegó" dijo el sargento.

En la computadora no había ningún registro de que hubiera llegado en la última hora algún barco, aunque ya estaba programada la llegada de un trasatlántico en un par de horas. El oficial de aduanas sonrió. Había ocasiones en las cuales llegaba un pequeño barco sin avisar, generalmente transportando bienes ilegales como frutas, drogas naturales o tabaco. Y en esas ocasiones, una propina generosa era dada a quien ayudara su ingreso a la ciudad.

Bajo los reflectores pudieron percatarse que el hombre que llegaba era grande, pero les extrañó que no cargaba ninguna maleta o compartimento.

Cuando estaba enfrente de ellos, vieron el rostro desfigurado del hombre. Incluso cuando les mostró una fotografía tridimensional de una mujer, les costó trabajo quitarle la vista a esas cicatrices.

"No, no la hemos visto."

"Pero si quiere, podemos revisar en los registros..." continuó el otro oficial, "por una módica suma".

Ninguno de los dos oficiales de aduana se esperaban que el hombre desfigurado sacara una escopeta. El sargento se escondió rápidamente bajo su escritorio, pero el otro oficial no se movió, se quedó petrificado en su lugar. Vio como el arma le apuntaba en la cara, y no llegó a escuchar el estruendo del disparo.

"Ahora si" dijo el hombre desfigurado con una voz rasposa, "muéstreme esos registros".

© 2005 Santiago Casares

Work in progress - 7

Lo que sigue es una historia todavía en desarrollo. Cualquier comentario para ir mejorándola es agradecido. Para leer la parte anterior de la historia vayan aquí.

A ella le comenzaron a dar nauseas. Entre el síndrome de absinencia y la invasión a su cerebro, su cuerpo había recibido más de lo que estaba acostumbrado.

"¿Dónde está el baño?" preguntó urgentemente.

"Por ahí" comentó el detective con un pequeño gruñido, a la vez que señalaba una puerta y pasaba un plug por un sensor para pagar el uso del baño. Una vez pasado el trámite, la puerta se deslizó por si misma, y ella entró con prisa.

Andrea devolvió el estómago hasta que los escasos contenidos de su estómago se encontraron en el escusado acompañados de bilis.

Respiró profundamente, una y otra vez para calmarse, a la vez que se levantaba. Fue hasta el lavabo para mojarse la cara y untarse crema desinfectante. Pero se detuvo antes de poder hacerlo, su propio reflejo la contuvo.

Hacía mucho tiempo que no se veía a si misma, y quien la volteaba a ver desde el otro lado del espejo era apenas reconocible. Había perdido unos 15 kilos, lo que hacía que su cara se viera más afilada. Tenía grandes ojeras bajo los ojos, y su pelo morado estaba cortado a jirones.

Jamás pensó que hubiera llegado hasta ese punto.

Uno jamás lo imagina, y ya que se encuentra ahí, está tan perdido que ni siquiera se da cuenta de sus alrededores.

En ese momento comprendió que estaba sola en el baño, volteó a ver el resto del lugar buscando alguna salida, pero no encontró ninguna ventana ni ventila.

"Bueno, ahí se fue la idea de fugarme de aquí" se murmuró a si misma.

© 2005 Santiago Casares

viernes

Work in progress - 6

Lo que sigue es una historia todavía en desarrollo. Cualquier comentario para ir mejorándola es agradecido. Para leer la parte anterior de la historia vayan aquí.

Cuando abrió los ojos, tenía un dolor de cabeza impresionante. Sentía como si sus ojos estuvieran a punto de estallar.

"Toma esto" dijo Márquez, mientras extendía un par de pastillas y un vaso con agua.

Ella no dudó un instante, y se tomó las medicinas. Pocos minutos después, el dolor había sido apasiguado, y pudo ver a su alrededor.

Reconoció el cuarto del hotel y al detective, quien la había raptado de su paraíso virtual. Pero había alguien más con ellos en la habitación.

"Tranquila, él está con nosotros," la calmó el detective al ver su expresión. "No te hará daño."

Pero su mirada todavía mostraba su desconfianza.

"Hola Andrea," saludó José X. "Perdón por el dolor de cabeza."

"¿Andrea?" murmuró la mujer.

"Él es un hacker de recuerdos... y nos ayudó a entrar en tus recuerdos, para tratar de ver la razón por la cual te están buscando. Entre otras cosas, nos enteramos de tu nombre." Explicó Márquez.

"¿Porqué me están buscando?" preguntó.

"Al principio fue un poco difícil separar tus recuerdos verdaderos de los recuerdos virtuales de cuando estuviste conectada, pero fue un buen reto." Comenzó el hacker, "logré aplicar un filtro que combinado con un puente en el código mostró en blanco y negro tus recuerdos reales."

Ella no entendía claramente lo que le decía el joven, pero sabía que había logrado su cometido.

"¿Porqué me están buscando?" volvió a preguntar Andrea.

"Al parecer hay un mundo mejor que este... y no estoy hablando de una realidad virtual. Y tu estuviste ahí."
© 2005 Santiago Casares

Cuervo


Cuervo, originally uploaded by Santiago Casares.

lunes

Radioactivo


Radioactivo, originally uploaded by Santiago Casares.

jueves

Work in progress - 5

Lo que sigue es una historia todavía en desarrollo. Cualquier comentario para ir mejorándola es agradecido. Para leer la parte anterior de la historia vayan aquí.

El detective regresó al hotel acompañado de un joven no más de 18 años llamado José X. No le salía pelo alguno en la cabeza, y en su lugar tenía varios plugs de donde salían cables que se volvían a conectar en distintas partes de su cuerpo. Detrás de unos lentes oscuros, tenía en uno de sus ojos una cámara ilegal conectada a un superprocesador integrado en su corteza cerebral. Vestía ropa sintética que cambiaba sutilmente de color dependiendo la hora del día, y en su mano traía una pequeña maleta con todo el equipo que necesitaría.

Entraron a la habitación, y vieron que la mujer seguía perdida en sus sueños.

Se pusieron a su alrededor, la movieron ligeramente para que quedara boca arriba. Entonces el hacker sacó unos cables de su maleta, una computadora de bolsillo y un monitor de ondas cerebrales. Conectó todo, encendió la computadora y arrancó una aplicación específica.

"¿Listo?" preguntó José X, mientras extendía un plug hacia la mujer.

El detective le respondió "veamos quien es y porqué vale tanto."

El hacker insertó el plug en el receptor en el cuello de la mujer, y sus dedos comenzaron a moverse a una velocidad impresionante, mientras se adentraba a los recuerdos de la chica.

La pantalla de la computadora comenzó a mostrar imagenes, que parecían sueños... incluso apareció el detective. Pero cuando el hacker profundizó su entrada ilegal al cerebro de la chica, comenzaron a aprarecer recuerdos que dejaron literalmente con la boca abierta al detective.

©2005 Santiago Casares

martes

Flamingo (detalle)


Flamingo (detalle), originally uploaded by Santiago Casares.

lunes

Flamingo


Flamingo, originally uploaded by Santiago Casares.

viernes

Work in progress - 4

[Ojo: este episodio fue editado]

Lo que sigue es una historia todavía en desarrollo. Cualquier comentario para ir mejorándola es agradecido. Para leer la parte anterior de la historia vayan aquí.


La habitación del hotel era pequeña, pero por ese precio no había esperado algo mejor. El establecimiento se encontraba cercano a los puertos, y cómo muchos otros hoteles de la zona cobraban por la hora. Pero la ventaja era que en un lugar como ése no podrían encontrarlos, el plug que estaba utilizando para pagar el cuarto no era rastreable, y como era un lugar automatizado no habría nadie que los identificara.

El detective sacó un aparato no más grande que un encendedor del bolsillo de su gabardina, y escaneó la habitación para asegurarse que no hubiera cámaras, micrófonos u otros aparatos de vigilancia. El lugar estaba limpio.

"Todo está bien, puedes entrar" dijo el detective a la mujer que lo acompañaba.

Ella entró cautelosamente. A pesar que él le había ayudado a pasar los peores momentos de la abstinencia de Realidad Virtual en el camino al puerto de Nueva Veracruz, todavía no confiaba completamente en el detective. A final de cuentas, él la había buscado y encontrado por una recompensa.

Ella llegó directamente a la cama, el viaje no había sido fácil para ella ni mentalmente ni fisicamente. Cerró los ojos y su respiración se tranquilizó.

El detective esperó a que ella estuviera dormida profundamente, antes de salir de la habitación. Teniendo sus contactos, no le fue difícil encontrar a un hacker de recuerdos, y quedó de verlo fuera de un café underground llamado La Parroquia, uno de los pocos establecimientos que habían sobrevivido la guerra.

Llegó al lugar acordado, solicitó al mesero un shot doble intravenoso de espresso y esperó. La gente del lugar ni siquiera le prestaba atención, por lo que procuró hacer lo mismo y se puso a ver las últimas noticias en la pantalla de la mesa.

Al poco tiempo una voz le dijo a sus espaldas "¿Márquez?".

© 2005 Santiago Casares

jueves

Cuento - Enero

E N E R O

Veía el jardín. Hojas, rojas por el otoño, parecían detenerse en el aire unos instantes mientras los árboles de los cuales provenían se iban quedando desnudos. Percibía el aleteo de un colibrí, como un zumbido lejano, mientras éste volaba de flor en flor sin descansar. Un escarabajo caminaba lentamente entre la selva interminable de pasto, a la vez que en una planta una mariposa de color oscuro extendía sus alas para regresar a los cielos.

El viejo bajó la vista. Tosió ligeramente y dejó a un lado la imagen del jardín para regresar a su realidad. Sabía que se encontraba enfermo, sus huesos se quejaban, mientras reumas constantes le recordaban que se aproximaban los fríos de fin de año.

Con sus manos desnudas agarró su taza de la pequeña mesa de madera que tenía a su lado. La sostuvo por unos momentos, mientras calentaba un poco sus extremidades, y le dio un sorbo. El dulce sabor del té amargo lo reanimó.

Se acomodó los lentes, y abrió de nuevo el cuaderno que tenía encima de sus piernas. Agarró su pluma fuente para seguir escribiendo.

"El paisaje que veo ahora, es el cielo mismo. Sé que la sombra de mi muerte me persigue, y que el frío invernal congelará mi alma como ya lo ha hecho con mis huesos. Es extraño cómo aunque ya había perdido todas las ganas de vivir desde que se murió Clara, ahora que sombras rodean mi futuro, vivir es lo que más deseo. "

Cuando el ocaso comenzó a pintar de rojos el cielo, Juan se levantó. Lentamente, con pequeños pasos, se dirigió al estante, y sacó un par de velas para poder disfrutar de su pipa sin tener que encontrarse rodeado de oscuridad (desde que se había quedado solo, odiaba quedarse en la oscuridad mientras se dormía).

Se sentó en su sillón favorito y, se puso a meditar mientras fumaba su pipa. Recordó distintos momentos de su vida, la vez que se cayó del árbol grande y se rompió el brazo izquierdo, y el primer beso que dio, a Laura, escondidos en el patio trasero de su casa. Se acordó también de los nervios del día anterior a su boda, y de aquel viaje a la playa, cuando llovió todo el tiempo y no salieron del hotel.

Todos esos recuerdos con sabor a pipa hicieron que sonriera, mientras que poco a poco, sus párpados comenzaron a pesar cada instante un poco más.

La luz del sol entró por la ventana, iluminando la habitación. Las dos velas se encontraban escurridas, llorando el acontecimiento. En el piso, una pipa con tabaco quemado dejaba huella en la alfombra persa, y en una mesa de madera se encontraba una taza, olvidada, al lado de un cuaderno lleno de recuerdos.

© 2005 Santiago Casares

lunes

Angel de Piedra


Angel de Piedra, originally uploaded by Santiago Casares.

jueves

Work in progress - 3

Lo que sigue es una historia todavía en desarrollo. Cualquier comentario para ir mejorándola es agradecido. Para leer la primera parte de la historia, vayan aquí, y para leer la segunda parte, hagan click aquí

El puerto estaba lleno. Acababan de llegar dos barcos maquiladoras provenientes de Beijing del Sur, y los androides aduanales se encontraban como hormigas en los accesos a las embarcaciones: habían encontrado un contrabando de armas hipersónicas, y estaban escaneando con cuidado cada container que bajaba de los dos barcos.

Reflectores, suspendidos en el aire, iluminaban a ambos barcos, mientras que un helicoptero se acercaba rápidamente para revisar la situación.

Así, nadie se percató en el puerto de la llegada de un pequeño barco de pasajeros. Los encargados de migración seguían revisando lo que sucedía en el puerto, y apresuraron la entrada de los pasajeros, por lo que el detective y su acompañante entraron fácilmente a la ciudad.

© 2005 Santiago Casares

viernes

Piedra


Piedra, originally uploaded by Santiago Casares.