El puerto estaba lleno. Acababan de llegar dos barcos maquiladoras provenientes de Beijing del Sur, y los androides aduanales se encontraban como hormigas en los accesos a las embarcaciones: habían encontrado un contrabando de armas hipersónicas, y estaban escaneando con cuidado cada container que bajaba de los dos barcos.
Reflectores, suspendidos en el aire, iluminaban a ambos barcos, mientras que un helicoptero se acercaba rápidamente para revisar la situación.
Así, nadie se percató en el puerto de la llegada de un pequeño barco de pasajeros. Los encargados de migración seguían revisando lo que sucedía en el puerto, y apresuraron la entrada de los pasajeros, por lo que el detective y su acompañante entraron fácilmente a la ciudad.
© 2005 Santiago Casares