El detective regresó al hotel acompañado de un joven no más de 18 años llamado José X. No le salía pelo alguno en la cabeza, y en su lugar tenía varios plugs de donde salían cables que se volvían a conectar en distintas partes de su cuerpo. Detrás de unos lentes oscuros, tenía en uno de sus ojos una cámara ilegal conectada a un superprocesador integrado en su corteza cerebral. Vestía ropa sintética que cambiaba sutilmente de color dependiendo la hora del día, y en su mano traía una pequeña maleta con todo el equipo que necesitaría.
Entraron a la habitación, y vieron que la mujer seguía perdida en sus sueños.
Se pusieron a su alrededor, la movieron ligeramente para que quedara boca arriba. Entonces el hacker sacó unos cables de su maleta, una computadora de bolsillo y un monitor de ondas cerebrales. Conectó todo, encendió la computadora y arrancó una aplicación específica.
"¿Listo?" preguntó José X, mientras extendía un plug hacia la mujer.
El detective le respondió "veamos quien es y porqué vale tanto."
El hacker insertó el plug en el receptor en el cuello de la mujer, y sus dedos comenzaron a moverse a una velocidad impresionante, mientras se adentraba a los recuerdos de la chica.
La pantalla de la computadora comenzó a mostrar imagenes, que parecían sueños... incluso apareció el detective. Pero cuando el hacker profundizó su entrada ilegal al cerebro de la chica, comenzaron a aprarecer recuerdos que dejaron literalmente con la boca abierta al detective.
©2005 Santiago Casares
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