miércoles

Cuento - Angeles

ANGELES EN EL CLOSET

Jamás había estado solo en la habitación de sus papás.

Había tomado prestada la llave del closet. Bueno, en realidad la había tomado sin que nadie se diera cuenta, pero como pensaba devolverla, se dijo a si mismo que era un prestamo.

Contuvo la respiración, y giró la llave. Cuando un sonido le indicó que el seguro había sido quitado, por fin exhaló.

Abrió las puertas del closet de roble.

Una capa de polvo que había permanecido sin ser disturbada por años, se levantó, y una pluma blanca salió volando y cayó suavemente a los pies del niño.

Cuando el polvo se asentó, las vio.

Un par de alas de un color blanco translúcido, casi transparente, se encontraban colgadas de un gancho, cubriendo toda la extensión del interior del closet.

Se quedó mucho tiempo ahí, frente a esas alas, mirándolas.

Finalmente, la curiosidad fue demasiada y extendió su mano. Al tocarlas su textura le pareció como de niebla.

Las agarró desde su origen, y se las probó.

Las alas comenzaron a moverse por sí solas, y el niño comenzó a volar por la habitación.

* * *

Gabriel llegó a su casa cansado del trabajo. Sonrió. Aún gozaba cada momento de su vida, y estaba feliz de estar en casa.

"¡Jimena!"

Nadie le contestó.

Dejó su portafolio en el suelo, al lado de la escalera; colgó su saco en el perchero, y subió con pasos acelerados al segundo piso.

Jimena se encontraba afuera del estudio. Se abrazaba ella misma, y lágrimas escurrían libremente por sus mejillas.

Sus pisadas hicieron que ella volteara a verle.

"Las encontró" dijo con una voz apagada.

Eran las palabras que siempre había temido, pero que sabía que tarde o temprano escucharía.

"Encontró tus alas."

Gabriel intentó calmarse mientras caminaba hasta ella.

Jimena se colgó de su cuello, mientras dejaba que la tristeza se desahogara por sí sola.

Gabriel la abrazó fuertemente y alzó la vista para ver dentro de la habitación.

El closet estaba abierto y las cortinas se movían con el viento que entraba por la ventana. Agudizó su vista, y alcanzó ver a la lejanía como su hijo se elevaba hasta los cielos para ocupar su puesto.

© 2004 Santiago Casares

3 comentarios:

Daniela Medina (More) dijo...

volar... volar volar, es todo lo que necesitamos para ser libres. Sacar un par de alas del ropero, o pintarnoslas, inventarlas... para volar y besar la dulzura del cielo...

Divagando descubri tu cuento y creeme... que me regreso del hueco donde estaba

Anónimo dijo...

muy bueno grasias me iso pensar en algunas cosas grasias

Anónimo dijo...

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